En un mundo lleno de interacciones diarias, es común encontrarse con personas que expresan una cosa pero actúan de manera diferente.
¿Conoces a personas que dicen una cosa y hacen otra? Probablemente sí.
Esa contradicción entre palabras y acciones se conoce como «falta de coherencia». Es como si la armonía entre lo que se dice y lo que se hace estuviera fuera de sincronización. Sin embargo, es importante recordar que cambiar de opinión no necesariamente implica falta de coherencia. El crecimiento personal y el aprendizaje nos permiten evolucionar en nuestras ideas y puntos de vista.
La falta de coherencia surge cuando nuestras palabras y acciones no están alineadas con nuestros valores y principios fundamentales. Es cuando el núcleo de lo que creemos y lo que expresamos no está en armonía.
Esta falta de coherencia puede derivar de la falta de autenticidad. A veces, nuestros valores y principios pueden no ser genuinos o simplemente no los hemos identificados, lo que provoca una desconexión entre lo que decimos y lo que realmente sentimos.
Aquí radica la importancia de la autenticidad, ser fieles a nosotros mismos y nuestros valores más profundos. Solo cuando somos auténticos podemos ser coherentes en nuestras palabras y acciones.
Cuando la autenticidad se convierte en la base de nuestras relaciones, el arte de la coherencia toma forma, y nuestras conexiones con los demás se vuelven más auténticas y significativas. La consistencia entre lo que decimos y lo que hacemos es fundamental para construir relaciones genuinas y sólidas con los demás y con nosotros mismos.
Te abrazo,
Anabella