Así es, no puedes soltar esa relación tóxica porque existe un vínculo traumático, generalmente inconsciente que controla por completo tus emociones.
Un vínculo traumático comienza cuando nos vinculamos afectivamente con otra persona desde una herida emocional profunda ocasionada por experiencias dolorosas del pasado.
El ciclo de vinculación traumática comienza en la infancia. Reflejamos en nuestras relaciones de adultos el dolor ocasionado por una pérdida infantil. El dolor ocasionado por una relación vinculada por trauma refleja el dolor de un niño abandonado y desamparado debido a un padre no disponible, desinteresado, distante o ausente. Creemos y sentimos que necesitamos a la persona o la relación para sobrevivir.
En adición, en las relaciones tóxicas generalmente existen dos ciclos, ruptura y reconciliación:
“Te doy afecto, luego te maltrato, te enfadas, me perdonas y, después, volvemos a empezar”
Este ciclo bueno-malo, bueno-malo mantiene a la persona en atrapada en la relación y resulta muy difícil salir de ella.
El vínculo traumático no se piensa, se siente y cuando la relación termina o hay una separación, el dolor es desgarrador y el intelecto sale por la ventana.
Es una sensación abrumadora en el cuerpo que paraliza, es la respuesta de un sistema nervioso en estado de sobrevivencia. Es un niño abandonado y vulnerable que siente que se va a morir. La reconciliación nos proporciona un alivio inmediato, pero lamentablemente siempre terminamos en el mismo lugar.
Enfrentarse a la situación de dejar una relación abusiva supone encontrarse con dificultades muy parecidas a las de un drogadicto que quiere dejar la droga.
De manera que, si te identificas con la información compartida o si conoces a alguien que esté pasando por esta situación por favor no dudes en buscar ayuda profesional.
Si esta es tu situación puntual te invito a que me contactes, necesitas recuperarte y sanar desde adentro para poder comenzar a tener relaciones sanas y felices.