Ser fuerte no significa hacerlo sola. A lo largo de mi vida, he aprendido una de las lecciones más valiosas: la verdadera fortaleza no siempre está en resistir, sino en permitirte recibir.
Hubo momentos en los que pensé que tenía que ser fuerte enfrentando todo por mi cuenta. Uno de esos momentos fue cuando me sometí a una cirugía en Estados Unidos. Creía que podía con todo sola y que pedir ayuda era un signo de debilidad. Pero pronto me di cuenta de algo que transformó mi vida: el verdadero coraje está en reconocer cuándo necesitas apoyo y permitir que otros estén ahí para ti.
Aceptar ayuda no solo me alivió, sino que me fortaleció. Fue un acto de amor hacia mí misma que me enseñó tres cosas clave:
- La sanación comienza cuando dejamos de resistirnos y nos abrimos a recibir.
- No estamos diseñados para cargar con todo solos; aceptar apoyo no nos debilita, nos fortalece.
- Sanar no solo nos transforma a nosotros, sino también a quienes nos rodean.
Desde ese momento y en muchos otros donde casi toqué fondo, entendí que sanar es un proceso profundo. No es solo un acto individual; es una acción que puede cambiar vidas, generaciones y corazones.
Si hoy te sientes abrumada o al borde de quebrarte, quiero recordarte algo importante: no tienes que hacerlo sola. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, es un puente hacia la verdadera fortaleza. Es la forma en que conectamos con los demás, y también con nuestra propia capacidad de sanar.
Si estas palabras resonaron contigo, te invito a hacerte estas preguntas:
- ¿Qué peso podrías soltar hoy para aliviar tu carga?
- ¿Qué sería posible si permitieras que alguien más te apoyara?
A veces, todo lo que necesitamos es dar ese pequeño paso: abrirnos a la posibilidad de recibir apoyo.
En mi cuenta de Instagram, estoy compartiendo más sobre estas experiencias y herramientas prácticas para ayudarte a sanar y reconectar contigo misma.
👉 Visítame en Instagram aquí
Gracias por leerme y permitirme ser parte de tu camino. Si crees que estas palabras pueden ayudar a alguien más, compártelas. A veces, ese simple gesto puede ser el primer paso hacia la sanación.
Con cariño,
Anabella